Destete mental

Puede sonar raro pero, en esta historia, la única persona que se desteta…
SOY YO.

A 4 días de cumplir 40 añazos 😨 me alegra poder felicitarme:

¡he llegado a la siguiente fase!

Supongo que no sabes a qué me refiero, pero tranquilo, yo te explico:

Como más de una vez he contado, soy de esas mujeres que siempre quiso ser madre. De las que adora a los bebés, y que su vida siempre la soñaba formando una familia.

Por ahora todo bien. De hecho ¡lo he conseguido!

Genial. Pues resulta que algunas mujeres (unas sí, otras no, esto no ocurre a todo el mundo, y todas las posturas son totalmente normales y naturales), tenemos una etapa aguda de «bebitis», esto es, el deseo continuo de tener un bebé, o de estar embarazada.

Y es que tener un bebé es mágico, reconfortante. Un bebé te necesita, tú le cuidas, le das amor y recibes amor. Es una sensación de bienestar total.

Esa sensación en la que, mientras estás con él, todo está en orden: 
alguien te necesita y tú respondes.

Y entonces se hacen mayores, aunque sólo sea un poquito mayores, la sensación de desapego te hace sentir un vacío. Hay mucha más gente capaz de complacer a tu bebé a parte de ti y, en muchas ocasiones, incluso te demuestra que hasta lo prefiere.

Y te duele. Entonces lo piensas: necesitas otro bebé. Alguien a quien volver a cuidar con toda tu alma.

Suena exagerado, ¿verdad? Diría que incluso egoísta. Pero es que dedicarle  toda una etapa es exhausto pero realmente adictivo.

Pues pasa en muchas ocasiones. Esa sensación incomprensible de pensar en un nuevo bebé cuando apenas el tuyo supera tres cuartos del suelo. Un run-rún continuo en la cabeza, mariposas en el estómago al ver otro bebé, o sentir el efecto llamada al descubrir una nueva embarazada….. No cerrar nunca la puerta… Dudas… Debería… Y sí…

Y, oye, que no es cosa mía. Que no han sido una ni dos las mamás (y también papás), que incluso al poco de dar a luz ya estaban casi imaginando el siguiente… y alguna ya se dará por aludida, jeje.

Da miedo pensar en perder esa sensación.

Me confieso, yo soy esa.

Bueno no, lo era. Porque, desde el día aquel en que, en pleno confinamiento, tras descubrir algún nuevo embarazo en las redes, me escuché decir en voz alta «¿no sería genial vivir esta época con un bebé?» comprendí que algo no iba bien.

¿En serio? Encerrada en casa con 3 niños y un marido, y planteando la idea de un nuevo bebé como algo necesario y maravilloso…

Tú pensando que lo difícil es que un bebé deje la teta, y lo difícil es que tú dejes al bebé.

Tras asustarme al descubrirme pensando algo así, hubo un clic en mi cabeza, un antes y después en mi etapa de madre:

Comenzó mi Destete mental.

Esa preocupación constante por las necesidades del más pequeño de la casa hace que te «alejes» del crecimiento de los mayores.

Vas descubriendo que crecen sin que tú prestes toda tu atención.

Y esto lo digo no desde la culpa, no, que ninguna de las manzanas ha estado abandonada, pero sí con un poco de pena de no estar 100% en estas nuevas etapas. La maravillosa sensación de verles aprender, relacionarse, ser cada vez más autónomos (o casi)…

Ahora que han crecido hay muchos más planes que podría hacer con ellos y disfrutarlos. Y no me refiero a grandes planes, no, sino a las aficiones más sencillas, como pintar, jugar y hasta ver la tele, sin que sea la décima vez que ves el mismo capítulo de Peppa Pig.

A partir de aquel clic, durante el resto del confinamiento, he tenido una desagradable sensación de cansancio y egoísmo: sentir que mi bebé me «impide disfrutar» de las horas en casa como parece que las podría disfrutar con los mayores…

No imaginas los más que me lo ha hecho pasar mal ese sentimiento…

Y es desde entonces como, poco a poco, he notado que me voy despegando de esa necesidad de bebé. Ahora sí, quiero crecer con ellos. Disfrutar de su «madurez»:

De la acuarela y no la pintura de dedos, de construir Legos, y no destruir torres de bloques. De sumar, restar, multiplicar y dividir, sin cantar La vaca Lola…

Doy oficialmente por cerrada la etapa bebé. FIN.

Y lo mejor es que lo hago desde la alegría de haberlas disfrutado, y no desde la pena de dejarlas atrás.

Eso sí, que nadie se asuste. #MiLarabonita me sigue teniendo para todas esas cosas. A mí, a su papá, y también a sus hermanos, que ya son mayores para tenerle la paciencia necesaria y estar con ella. Inevitablemente, seguro que crecerá más rápido, pero rodeada de cariño.

Y el de su madre, por supuesto, que además ahora es más consciente y menos sumisa.

Y ya, si descubro cómo conseguir destetarla a ella, además seré una mamá menos cansada.

Feliz destete 👩🏻

~ Esther ~

2 comentarios sobre “Destete mental

  1. Jeje, me ha gustado mucho. A mí me empezó a entrar el ansia de bebé pequeñito cuando mi hijo tenía como un año, que además estuve haciendo voluntariado de asesora de lactancia en el hospital, y uf… Ver a los chiquitines recién nacidos. Menuda tentación xD

    Aún me fui conteniendo y la peque llegó 4 años después. Y yo iba con idea de aún un tercero, que mi mayor había sido un primor hasta entonces… Pero entre el embarazo de la pequeña que casi eché el hígado, y luego ella en sí, que vale por 6… Creo que cierro el chiringo ya también. Ahora si me apetece mucho un bebé, antes me compro un muñeco realista de esos jajaja

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