Los niños no quieren salir

No sé, igual veo un problema donde, según están las cosas, debería sentirme afortunada pero… ¡mis hijos ya no quieren salir!

Ya no falta mucho para cumplir un año desde que a todos nos cambió la vida…

Un año desde que nos metimos en casa y aprendimos a vivir dentro, asomándonos a ver el mundo desde la ventana, y a tratar de pasar las horas (los días, semanas, meses) de la mejor manera posible, sin volvernos demasiado locos.

Después llegó el verano, recuperamos un poco de libertad, y respiramos aire libre.

Debió ser un chute grande ese verano, porque la vuelta a la rutina (pero la de la nueva normalidad) ha hecho que la calle ya no sea un lugar apetecible.

Nos esforzamos todos tanto en convertir nuestras casas en un espacio cómodo y agradable, en encontrar entretenimientos (y aburrimientos adictivos como las horas delante de la tele), que ahora nos cuesta pisar la calle.

Y no, por suerte no es miedo, creo que por ahora no tenemos esa sensación dentro (respeto sí), es una clara y sencilla PEREZA.

A veces hay suerte y coger un paraguas puede ser una motivación para salir…

Salir a la calle ya no tiene aliciente:

No se puede ir al parque a jugar. Si te encuentras con tus amigos no te puedes quedar a hablar. Salir a tomar algo no es posible. Y olvídate de irte de compras…

Ni siquiera, si te compras unos churros, te los puedes comer por el camino de vuelta a casa…

¡Gracias a Dios aún tenemos los coles abiertos! Es el único momento de contacto, de relación, de personas… Mira tú por donde que si algo bueno tiene esta situación es que ahora los niños siempre quieren ir al cole.

Yo estoy por proponer una hora extra en la que, después de clase, puedan seguir disfrutando un rato con sus amigos…

Y si en tu caso aún no ves un problema en que no quieran salir te pongo un ejemplo:

No hay opción.

Si un día no salimos, no ha llegado la hora de merendar sin que hayamos tenido mínimo dos broncas…

Sin salir, el aire dentro de casa se va enrareciendo… el ánimo se va calentando. Los límites se van saltando, y los nervios se ponen a 100. Al mínimo contacto ¡chispa! Y de la primera chispa falta poco para el incendio… ¡es fácil verlo venir!

Así que ponemos todo el empeño en evitarlo…

Llega el sábado por la mañana:

«Venga, nos vestimos y salimos»

«¿ A dónde?

«Vamos a dar un paseo»

«¡Jooooo! No, que eso es un rollo y tardamos mucho…»

«Venga, que nos va a sentar a todos muy bien»

«¡¡¡NO!!!»

Y entonces se arma el lío… Miras el reloj ¡y aún son las 11! Otro fin de semana que promete… Esto no se arregla ni con un vermut con patatas fritas.

De verdad, que yo sé que es lo que nos ha tocado, y que con suerte, encontraremos cómo ser más fuertes que el bicho y volver a vivir «con un poco de normalidad», pero sin duda las «otras secuelas» que nos habremos creado serán difíciles de levantar…

Pereza, dejadez, falta de sociabilidad, dependencia, exceso de virtualidad…

Habrá que dedicarse a fondo para que todas estas maravillas no acaben con la motivación de los pequeños de la casa... Porque como se enganchen más al sofá, ¡no los sacamos ni a los 50!

Y que no os voy a mentir… si yo pudiera, y no tuviera la responsabilidad de los hijos, si me preguntas una tarde de lluvia que si salimos a la calle ¡también me quedaba en el sofá!

Como en este monólogo sobre lo que quieren ser ahora los niños (por ponerle un poquito de humor)

Espero que el futuro no nos deje un mundo lleno de almas en pena pegadas a una tele tiradas en el sofá…

Así que seguiré peleando por salir a la calle, mientras se pueda, a que el aire nos despeje un poco la mente ¡a todos! Ojo, que los mayores también nos ponemos muy tontos si no.

Deseadme suerte 🍀

~ Esther ~

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O pincha en la niña manzana, que es muy buena tomando notas:

Un comentario sobre “Los niños no quieren salir

  1. A mí también me asusta muchísimo el futuro de los niños en general. Las consolas, los móviles, internet mal usado en definitiva va a terminar con el mundo tal y como conocemos a todos los niveles, pero sobre todo en lo relativo a la relación entre nosotros. Espero que me equivoque

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