He escrito, reescrito, borrado, y vuelto a escribir tantas veces esta entrada, que ya ni tengo claro cuál era el enfoque que le quería dar…
Cada día mis pensamientos viran sin control, y es difícil centrar el tema.
Anoche estaba de buen humor y me sentía agradecida con el mundo. Hoy estoy de mala leche. Esta montaña rusa es una de las consecuencias de esta Pandemia. Así que ¿por qué dejar esta publicación para otro momento?
Mirarse el ombligo
Y es que sólo nos preocupan las cosas cuando nos afectan directamente. Por eso lo escribo, porque a mi me afecta, aún siendo consciente de la suerte enorme que tengo.
Niños
No podía permitirme no divagar sobre el tema de actualidad:
Niños, confinamiento, leyes, conciliación… Familia, Estado, Educación, Economía… es una mezcla explosiva digna de reflexión. ¿No os parece? No he podido resistirme.

Queremos alejarlos de las pantallas y les ponemos a teleaprender.
Queremos que disfruten del aire libre, y les encerramos en casa.
Queremos niños sanos, y les permitimos salir a respirar 1 hora al día…
Así se nos planteó la primera etapa de este desescalada con nuestros hijos. Les arrancamos de sus coles, de sus amigos, de su vida (a ellos los primeros) y les metimos en casa por su nueva capacidad letal: ser vectores.
Confinados de ensueño
Los que tuvimos suerte de estar en casa con ellos, durante el confinamiento, tratamos de vivirlo como unas vacaciones. De hecho, nos hicimos a la idea de que había de que dar las gracias por esta pandemia, que nos estaba permitiendo parar, vivir en familia, disfrutar de los hijos… Y ojo, que en nuestra casa, sinceramente, hemos concluido que ha sido maravilloso poder estar así con ellos.
Gracias COVID. Nos quisimos creer que eras un regalo de la naturaleza que nos obligaba a parar y reencontrarnos. Que le vamos a hacer, nos gusta buscar el lado bueno de las cosas. Y eso está muy bien.
Pero la vida sigue, la magia se pasa, y hay que seguir comiendo… Hay que volver a trabajar, pero de verdad. Y dejar de hacer no eso que estábamos haciendo, que no era teletrabajar, si no sacar algo trabajo y de cualquier manera.
Se pasó la magia
Se pasó la magia. Y se pasó para todos. Porque los padres hemos dicho bien alto, dentro de nuestro derecho, que ya necesitábamos respirar, coger aire y distanciarnos un ratito: Tengo que salir de casa, y alejarme un poco de los niños ¡por favor!

Pero ¿y acaso ellos no? ¿No estarán hartos de vernos a todas horas? Ay si les dejásemos hablar….
Y eso siempre pensado en una casa en las que las cosas están «bien»…
Cada noche se me ha revuelto el corazón pensando en lo que podía pasar, de puertas para adentro, en otros hogares. Pero eso se merece una reflexión a parte.
Volver al cole
Y sí, a los niños les gusta estar en casa, pero también necesitan el cole. Sin colegio, los niños pierden su normalidad, su vida, su rutina y, en muchos casos, parte de su salud e integridad. (Muy interesante leer esta publicación de Lucía mi pediatra)
Va pasando el tiempo, sus limitaciones se van relajando, un poco, pero no se les permite volver a su normalidad. El colegio se plantea como un bote donde las avispas van sin ton ni son, como locas, moviendo el virus sin fin… Sin embargo,sentados en la terraza del bar, ahí no hay ningún riesgo (siento la comparación típica con el bar, pero es muy ilustrativa)
Ya quedan 10 días de clase (vale,mal contados, pero entre findes, fiestas y puentes…) , así que ahora poco vamos a pedir, es ridículo… Yo ando más cerca de declararme en huelga, pedir perdón, y despedirme hasta la vuelta… adelantar el fin de curso y dejar de aburrir a los niños con teletareas…
Porque algo tengo claro: A partir del 21 de junio, con las vacaciones de verano, cuando el qué hacer con los niños ya sólo sea «un problema de sus padres», entonces volveremos a verlos en el BOE… se soltarán las cuerdas que los tienes atados y limitados, y veremos acciones que faciliten la conciliación:
Ya podrán ir a la playa, pasear, acabarán juntándose, compartirán piscinas, e incluso irán a campamentos o volverán a pisar los parques … ¡seguro que sí! Pero ¿el cole? No, el cole no, que estos niños son vectores, y MUY VECTORES.
Además, parece que nos gusta complicarlo todo. En lugar de volver al cole, nos vendemos la idea de que la única opción tendrá más parecido a la entrada a una central nuclear… peor aún, a un campo de concentración.
¿Alguien sabe que también son personas? Tenemos niños, no cabras. Sabrán aceptar, respetar y convivir con restricciones. Y habrá algún riesgo de contagio, pero igual que en cualquier trabajo, e igual que en la terraza del bar, en nuestra casa, o en casa del vecino.
Se han quedado en casa, con más o menos problemas. Han salido el tiempo permitido. Y lo han hecho bien ¿por qué iban a hacer mal el resto? Ya están viendo que fuera hay un mundo nuevo, monotemático y con mascarilla. Lo ven desde su ventana. Pues igual que se acostumbran a sus restricciones, se acostumbrarán a lo que sea: mascarilla, limpieza, termómetros… y distancia, pero distancia sana, no militar.
Ya están viendo que fuera hay un mundo nuevo, monotemático y con mascarilla. Lo ven desde su ventana
Habrá que hacer un esfuerzo, por parte de todos. Sabrán adaptarse a esto también. Estamos en una situación Excepcional, y habrá que hacer cosas Excepcionales.
Volver a trabajar
En nuestro caso la vuelta al trabajo llegó con la Fase 1. Hay quien no tuvo opción de estar en casa, quien aún puede permitírselo,…las situaciones son muy diversas.
Pedimos que las empresas seas familiarmente responsables, que permitan teletrabajar, nos den horas, reducciones, ayudas, paciencia… ¡Genial! Pero eso no es posible eternamente.
Las empresas privadas, grandes y pequeñas, funcionan si hay productividad, no viven del aire. Se pueden hacer esfuerzos, cerrar los ojos un tiempo, pero si no los abres te chocas. Necesitamos medidas reales.
Los niños mueven el mundo, decía Jaione, de @nirosaniazul, en su IG (ver post). Pero es que, además, pueden pararlo, Y LO PARARÁN, si no damos alternativas conciliadoras reales, no sólo de las que piden a las empresas que aguanten, y a los padres que renuncien. En este caso, los colegios, con un funcionamiento «normal», adaptado pero «normal», facilitaría mucho la vida.
Publicar sólo las malas noticias, o fijarse en los «errores» de otros países, sin contexto, o sin ver los aciertos, no es justo. Sólo asusta. Fuera de España niños de muchos países han vuelto a clase, y no se han extinguido ¡de verdad!
Pero esto ya habrá que dejarlo para septiembre, claro.
La alternativa planteada, en la que no existe una vuelta real hasta que exista una vacuna (dentro de un año ¿o más?), lo siento pero no es sostenible.
Irresponsable
Y aquí mi cabreo de hoy
Que se pare el mundo que yo me bajo.
Hoy mi cabreo va por tener que entender que si yo tengo hijos, la culpa es mía.
Es decir, que cuando decidí tener hijos, no fui consciente de que si trabajo no puedo cuidar de ellos y no puedo pretender que otros sean responsables de ese cuidado. El que nosotros, como padres, hayamos conseguido conciliar, contando con las horas de colegio como tiempo disponible para ello, está mal hecho, muy mal hecho. No podemos pensar que el cole tiene que cuidar de nuestros hijos…
Vamos ¡Soy una irresponsable de libro!
Seguro que no están pensados para aparcar niños, no se parece ni un poquito a mi idea de un colegio. Pero que nadie me niegue que cumplen una función social que facilita la conciliación familiar. Si este concepto resulta denigrante para alguien, o considera que demuestra egoismo por parte de las familias, debería hacérselo mirar.
Los coles no son guarderías, pero también cumplen esa función. Y sí, ayudan a la conciliación. Y también son un derecho del niño, que necesitan recibir una educación.
Y hasta aquí mi divagación. Necesitaba soltarlo. Sólo espero que nadie se sienta ofendido. No es mi intención. Prometido.
Ahora, cojamos aire y vamos a empezar Junio con una sonrisa ¿os parece?
Besos
