Viviendo al límite: repostaje en familia 

Supongo que fue mi naturaleza antisocial la que agradeció el día en que las gasolineras se volvieron autoservicios…

Eso de estar los 5 minutos correspondientes hablando del tiempo con la persona que me atendía era… ¡un suplicio!

Sin embargo, pronto giraría la veleta que hay en mi y pasaría a ser la primera en quejarme por el cambio…

… Con lo cara que es y encima lo hago yo

… Si siempre acabo con olor a gasolina en las manos

… ¿Y eso de que puede explotar si suena el teléfono? Si me tendrían que asegurar sólo por eso…

… ¿Es que no piensan inventar algo para acelerarlo? Si en la Fórmula 1 tardan dos segundos…

Emma duerme en el coche

¿Algún quejica más del momento repostaje?

Pues tengo nueva queja:

En esta ocasión supongo que es culpa de mi condición de Caótica Mamá. El caso es que jamás consigo organizarme, y siempre acabo con el depósito en reserva cuando llevo a los niños en el coche.

Es entonces cuando toca buscar gasolinera, encontrar la apertura del depósito (ojito, misión imposible si por algún motivo te han cambiado de coche), bajarse a pasar frío, o calor, según toque, y… ahora viene lo bueno…

… Y marcharse a pagar ¡dejando solos a los peques en el coche! Y bien cerrados porque vete a saber quién puede andar por allí…

Martín berrea dentro del coche

Sin terminar de pagar ya les estoy oyendo berrear

No me extraña ¡Anda que no se han oído casos de abandonos en gasolineras!

¿Te acuerdas?:  «mamá no abandones al abuelo, mamá no abandones al perro»

Que no me extraña que piensen que me voy para no volver 😉

Y, no, la opción de llevarlos conmigo a pagar no es válida. Ya lo he intentado, y la broma me ha supuesto salir, como mínimo, con una bolsa de chuches a precio de oro. El cargo en la tarjeta sube unos cuantos «euritos» ¡Las tiendas de las gasolineras son una fuente de tentación para los niños!

Una vez oí hablar de gasolineras con autopago pero… ¿Por qué esas nunca están en mi carretera?

Así que yo, por mi parte, prometo mirar la aplicación del tiempo, antes de salir de casa, con tal de que al llegar a la gasolinera salga alguien a atenderme.

Pues sí, parece que se está nublando ¿no crees? 😉 

Y recuerde, para protestas, reclamaciones o quejas, o palabras bonitas de esas que tanto nos gustan, llame al  #555 o, mejor, déjenos aquí sus comentarios 😉

Esther para Emma es una manzana

5 comentarios sobre “Viviendo al límite: repostaje en familia 

  1. yo no suelo echar la gasolina, que se ensucie la mano papà… pero alguna vez que me ha tocado por estar casi en reserva, la niña ha salido conmigo para ir a pagar, eso de pagar en el cajero automàtico de la gasolinera no me va…

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