Miedosa compulsiva, esa soy yo.
Hoy la tragedia tiñe las palabras de tristeza…
No sé si lo he contado alguna vez pero, uno de los principales objetivos que tengo como madre es no contagiar a mis hijos con mis propios miedos.
No hablo de miedo a vampiros ni hombres lobo, no. Hablo de miedo a lo que pueda pasar. Situaciones normales de la vida que, cuando se han presentado como nuevas ante mi, me han encogido el estómago y me ha supuesto un gran esfuerzo enfrentarme a ellas (eso cuando he dado el paso de afrontarlas y no las he esquivado).
Una mezcla de timidez, miedo y ansiedad, me han hecho evitar muchas situaciones que, para la mayoría, son experiencias únicas, emocionantes, atractivas: viajar, estudiar en el extranjero, campamentos, vacaciones con amigos…
Salir de mi zona de confort, de mi cueva de seguridad, estar lejos de mi famila.
Mi cabeza siempre se adelantaba pensando en lo que podía ir mal: en cómo yo me encontraría perdida, incómoda o fuera de lugar, o que algo grave ocurriera. Anticipaba un sufrimiento que igual no tenía lugar, pero los nervios se apoderaban de mi y ya me impedían disfrutar del hecho en sí. En casa, casi con cariño, lo llamábamos FOBIA.
Muchos sabéis que este fin de semana Emma se marchó lejos de casa, por primera vez. De acuerdo, era con mi madre, y sí, iban a ver a mi hermano, pero eso no impedía que yo temiera que pudiera sentirse mal, sola, lejos de sus padres, y quisiera volver (hay muchos kilómetros hasta Barcelona). O peor aún, miedo a que algo grave pudiera ocurrir.
Hasta que no vi el tren en marcha mientras ella nos decía adiós con la mano, no me convencí de que realmente se marchaba.
He de decir que creo que, ante ella, lo llevé bien. Que no le transmití ninguno de mis temores, más al contrario, le animé explicándole todo lo que haría por allí, lo bien que lo iba a pasar.
Así que ella se marchó tan contenta y ha disfrutado de su primer viaje sin papá ni mamá.
Pero ahora, pregunto yo ¿cómo se hace para no sufrir ante lo que les pueda pasar?
Yo soy de esas personas que he oído que ahora llaman PAS: introvertida pero de gran empatía. Con la maldita manía de ponerme, inmediatamente, en el lugar de alguien que pasa por una experiencia traumática. Oír noticias malas, graves, la cruda realidad de la vida, suponen que mi cabeza se llene de pensamientos horribles, desagrables, peligrosos, sin poder evitarlos, imaginándolos en primera persona o en las personas queridas. Las lágrimas se me saltan con facilidad ante estas cosas, puesto que, inmediatamente, mi mente vive la misma situación.
Por este motivo, os podéis hacer una idea de lo que me supone imaginar a mis hijos lejos de mi. Es horrible no poder evitar pensamientos catastróficos, en lugar de los lógicos pensamientos de alegría, diversión, desarrollo,…
Y sin embargo, ahora sé que no se acabará nunca. Casualmente, este fin de semana, una madre me contaba su tristeza puesto que se acababa de despedir de su hija, que se marchaba en busca de trabajo a Alemania (toda una valiente, sin duda 🙂 ) Su madre sabía toda la parte positiva que eso conlleva: desarrollo, crecimiento personal, currículum, vivencias personales,…. Pero, al mismo tiempo, se preguntaba por qué motivo no era la vecina, por ejemplo, en lugar de su propia hija la que se marchaba.
¡Nunca serán demasiado mayores para nosotros!
Si a todo esto sumamos la cantidad de desgracias que ocurren a diario… Accidentes. secuestros, atentados, … Las cosas no se ponen fáciles.
Pero, como os he dicho, sólo quiero que mis hijos crezcan felices, valientes, con inquietudes, con ganas de vivir grandes experiencias que les hagan crecer como personas. Así que no seré yo quien les haga vacilar.
Además, no es justo anticipar posibles sufrimientos cuando hay para quien las tragedias son reales.
Con esta preciosa ilustración de La Tortuguita Blanca mando todo mi cariño a las familias de la víctimas del accidente aéreo.
Te entiendo perfectamente. Creo que a mí me pasa algo muy parecido. Y creo que lo único que podemos hacer con ese sentimiento es compensarlo por la inmensa felicidad que nos dan en la mayoría de otros momentos 😉
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la verdad es que sí que ha sido una tragedia… algo que no se ha podido evitar y que ha dejado vacías a cientos de familias! solo de pensarlo se me saltan las lágrimas!
me alegro mucho de que la peque lo haya pasado bien!
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