Y, como contrapunto a mi decepción de ayer, hoy me han hablado de una iniciativa que demuestra que el mundo «no está del todo loco», y que hay gente preocupada por llevar a cabo acciones que ayudan, de verdad, a los demás.
Yo no había oído hablar de esto antes, aunque ya debe de llevar un tiempo en marcha.
Tan sencillo como se explica en la web cafespendientes.es, esta es la idea de «El café pendiente»:
“Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas.:
– Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:
– ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
Me dicen:
– Espera y verás.
Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés – pagan normalmente. Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
– Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos. Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja:
– ¿Tienen algún “café pendiente”?Este tipo de caridad, por primera vez apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo.
Esto con un café. Pero también me han hablado de la posibilidad de dejar pagado un menú… Y sé de librerías/papelerías en las que puedes hacerlo con un boli, un libro, un cuaderno, un estuche, una caja de lápices,… Y funciona todo del mismo modo.
Estas sí son iniciativas que de verdad ayudan a personas que lo necesitan. Sin complicaciones. Ayudas directas y anónimas, sin alardes. Simplemente Solidaridad.

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